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jueves, 18 de marzo de 2010

Las corridas de toros son malas por Emilio B



Un día en una corrida de toros, Germán, el limpiabotas, decidió correr con toros. Le asignaron 7’n 7’n, un toro de 475 kilos. En la antigüedad, en España, un hombre le abrió la cerca a unos toros, entre ellos estaba un 7’n7’n.
Ahora el amable toro le quiso soltar sólo un cabezazo a Germán, pero por error le dio una cornada. Sin exagerar, Germán pidió una operación urgente, el señor de la relojería, que era su padre, se preocupó mucho y la pasajera, que era su novia, lo fue a ver al hospital.
A Germán le lavaron la herida con agua del desagüe más limpio; el doctor trató de fingir que no pasaba nada, y trató de advertir rápido al cirujano que el joven estaba dentro del quirófano. La novia quiso embellecerse y fue a la estética de belleza antes de ir al hospital.
A las 5:43 el cirujano tomó las mejores pinzas de metal. No sirvieron para el sólido cráneo del joven. A las 9:18 de la noche terminó su cirugía y Germán despertó a las 10:44 de la misma noche y salió del hospital a comer unos deliciosos cacahuates y recordó el divertidísimo encuentro con el toro. Al día siguiente él pasó la página del libro de esos animales.
En la noche vio una estrella fugaz que fue en dirección de la constelación del toro. Al día siguiente pasó por la granja y vio que iban a sacrificar a 7´n7´n. En ese momento saltó la reja y golpeó a los hombres, se montó en 7´n7´n y se lo llevó a su casa para protegerlo.
Germán dijo que no le gustaban los toros, excepto 7´n7´n, pues le encantaba abrazarlo y el animal lo quiere mucho.


Este cuento se llevó a cabo con la utilización de palabras al azar, es decir, con un vocabulario sin secuencia.
Emilia B. Sexto de primaria