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lunes, 2 de agosto de 2010

El talento musical es una conquista, un bien innato por María E.

Un músico en el más elevado sentido de la palabra puede descifrar a primera vista un fragmento para piano, una pieza de canto, algunas páginas de partitura, un inagotable repertorio o un espectáculo que presenta la sucesión de grandes dinastías artísticas.
Por otra parte se ensanchan los horizontes musicales presentándonos a un gran maestro del arte. Su nombre está en boca de todos, de sus grandes obras hablamos continuamente, para unos quizá sean las pasiones más vivas de nuestros días, antes o después de las preocupaciones políticas.
Cuánta importancia y trascendencia ha adquirido en nuestro siglo la música, hasta el punto de poder afirmarse, no sólo como arte que a todos precede y absorbe, sino el único que apasiona; el más amado por todos, los grandes, pequeños, sabios e ignorantes.

Sosteniendo la batuta con solidez y elegancia, suspira y siente un apasionante escalofrío que recorre todo su cuerpo, entra al proscenio decidido a dar un gran espectáculo; la audiencia, entre aplausos y silbidos, se pone de pie para recibirlo. De espaldas al público, da inicio… puede sentir afabilidad en una flauta, aspereza en una corneta y un sonido estremecedor de los platillos al hacer contacto. Entrelazando diferentes resonancias.
El coro y la orquesta atentos a todos los movimientos, comienzan a intercambiar la fogosidad y el talento que se requiere.
De reojo percibo aquel niño dormitando en la localidad cincuenta y dos, del otro lado de la sala, una joven con una actitud que transmitía fastidio y desgana; enfrente de mí un pequeño exasperado preguntando a su madre ¿a qué hora acaba? ¿cuánto falta? la madre responde bruscamente ¡Shhh! Ya casi.
Se alcanza el clímax en el acto III, Carmen intenta llenar de celos a Don José con la relación que tiene con el apuesto torero Escamillo.
Llega el VI y último acto, pero es pausado por un intermedio. Las luces permanecen apagadas. Se notifica la tercera llamada y la gente principia a acomodarse, se vuelve a retomar el ambiente dejando que la música se filtre a través de los oídos.
Empieza la acción en escena con la corrida de toros en Sevilla; Escamillo dedica la faena a su amada. Es portentoso el anuncio que hace el programa, la muerte de la atractiva y provocadora imagen de Carmen.
Con binoculares enfoco a los talentosos músicos, cambian y cambian las páginas, parece que el concierto es agotador e interminable. Del otro lado del recinto observo a los magníficos solistas los cuales logran apoderarse del escenario. Al finalizar, el coro y el cuadro de danza agradecen al director de orquesta Xavier Ribes y a la orquesta, después al público presente. Entra el director de escena José Antonio Morales, la famosa coreógrafa Ma. Antonia y la diseñadora de iluminación Rosa Blanes Rex. Nos pusimos de pie como muestra de respeto y satisfacción al excelente trabajo, aplausos y más aplausos, era abrumador. Después de 3 horas acompañadas por la música del compositor Georges Bizet, me daban ganas de escuchar más y más, hasta que el tímpano detonara por la música que me prorrumpía e incorporaba con gran poderío y fuerza.
Algunos comentarios que escuché cuando iba caminando sobre la acera fueron de tan poco ahínco como, ¡qué bueno que se acabó! Casi me duermo, está muy larga, no me gustó. Continué el camino, mi mente estaba repleta por las voces y las entonaciones que claman ser escuchadas, tienen un valor artístico y esencial donde lo pasado puede mezclarse con lo actual, aquellos que renacen las grandes obras de grandes compositores.
La importancia de conocer y estudiar a cada uno de los amantes de la música clásica, así como sus importantes y vocalizadas obras; no son ellas las que nos han olvidado; al escucharlas las revivimos incansablemente, son ellas también, las que vivirán. Siempre y cuando haya alguien que las recuerde con prez.
Portar una bandera y llevarla en lo más alto. Salvando los nombres y las creaciones de estos magníficos maestros del arte.