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miércoles, 28 de noviembre de 2012

"HOJA SUELTA" DEL IAM: Primer lugar en el Concurso de cuento corto del Consulado mexicano en Alemania. ¡Enhorabuena María C. Z.!

Hänsel y Gretel, el cuento favorito de Nichinel y su hermana Nichim. ¡Eran tan parecidos a ellos! Siempre iban juntos, el uno cuidaba de la otra y ella cuidaba a su hermano y así enfrentaban todo peligro, hasta la bruja más malvada, y siempre encontraban el camino a casa. Vivían en el tranquilo pueblo de Chilón, Chiapas, en una casita de teja y cemento, entre verdes montes a donde papá iba a cuidar la siembra todos los días. Aunque el padre de Hänsel y Gretel era leñador y una cabaña de madera en medio del bosque alemán era su hogar, ni a ellos ni a Nichinel ni a Nichim les sobraba el dinero, pero nunca les faltaba la esperanza. Mamá les contaba esa historia siempre, de los hermanos Grimm, que eran de un lugar muy lejano llamado ¿Alegría?, no, Alemania. Mamá sabía esa historia porque nació en ese lugar, fue a la escuela y luego viajó a México y se enamoró de ese lugar tan mágico como su hogar…decidió quedarse para siempre. Los campos de Alemania, contaba mamá, son de un verde brillante, amplias praderas decoradas con hermosas flores blancas acariciaban altas montañas. Nevaba en invierno y hermosos animales, grandes y pequeños, andaban libres por doquier. Mamá regresó a su patria hace meses, papá la extraña mucho y los niños también. -Mamá-le preguntó Nichim a su madre antes de despedirse-¿Me llevarás un día a Alemania para conocer a Gretel? Su madre con tristeza, porque iba a extrañar a su hija, contestó amable: “Alemania está muy lejos, hija. Pero yo sé que Gretel también te quiere conocer.” -¿La vas a traer contigo, mamá? Quiero que ella juegue conmigo- preguntó ilusionada Nichim, que quiere decir: “la flor”. Mamá no supo qué contestar. Una noche, papá salió con sus hijos. Iban al templo a rezar por mamá y agradecer por la vida. Nichim vestía sus enaguas de lana, su blusa blanca bordada con rombos multicolores e iba peinada con dos trenzas acabadas en listones rojos, tomó la mano de su hermano, tan apuesto con su pantalón de manta, su chaqueta de lana y su sombrero de palma decorado con cintas de colores; Nichinel, “el florecer”. A medio camino, papá se alejó mucho, iba con la demás gente del pueblo. Los dos hermanitos quedaron atrás, contemplando las brillantes estrellas que sonreían majestuosas en el cielo. “Como las piedras que guiaron a Hänsel y a Gretel a casa”, pensó Nichinel, y le dijo a su hermana: -No estamos perdidos, nunca lo estaremos. Así es, querido lector, el lazo de la hermandad, hay que cuidarlo siempre, nunca dejarlo romper. Pues ese lazo en la miseria y en la gloria vive siempre, un amigo, un hermano sí, vive siempre. Siempre encuentra una salida, siempre encuentra un final feliz.

lunes, 26 de noviembre de 2012

La vida de Kayla de María José Sánchez (primaria)

Mi nombre es Kayla Rea, nací en Bucarest, Rumania el 3 de noviembre de 1997, a las 5:56 p.m. Tengo 15 años y ésta es la mejor y más divertida vida que podría existir. Lo primero es que cuando tenía cinco años nos fuimos a vivir a Transilvania. ¡Ah, claro! no les he dicho cómo soy. Mi tez es pálida, tengo ojos muy verdes, pero entre pelirrojo y café, soy alta, inteligente y algunas personas dicen que soy bonita. Yo así lo creo. ¿Qué estaba diciendo? Ah, ´claro, entonces me fui porque a mi papá le ofrecieron ser catedrático de la Universidad de Brasov y nos ofrecieron vivir en el ¡castillo de Bran! o sea, el castillo del escritor de Dráculay el hogar del conde Draculea; en fin, este diario me lo regaló mi tía, de cumpleaños y he escrito desde el 5 de noviembre. Yo creo que el tener 15 es lo mejor del mundo, la fecha de hoy es 22-12-12. Mi amiga se llama Emra, sí, qué raro nombre, y mi amigo, Fritz, pzzt, típico rumano. No puede ser, Em me acaba de enviar un mensaje que dice que Brandon Bates, un chico australiano de mi clase, muy lindo por cierto, nos va a invitar a tomar café ¡qué emoción! Esperen, alguien me llama, aaaaaaaah, es él. Nos vemos en cinco minutos. Me voy a llevar mi diario. 5 minutos después El sujeto pregunta ¿podrían ir a mi fiesta de Navidad? Le voy a decir que sí, pero antes voy a ir al sótano para ver si hay vestidos viejos y bonitos; esperen, veo algo, ¡aasaaaah!Drácula está bailando con ropa setentera y capa amarilla fluorescente. El paso que hace es el del caballo. Yo lo miro fijamente y el conde dice ¿Qué no puedo hacerrrr algo moderrrrno? -La mañana siguiente... Hoy es la fiesta ¡wowowowowwuuuaaa! esta noche. ¡Este vestido es hermoso! ¿Qué? no he escrito en mi diario porque no me preguntó nada, sé que es más raro ver a Drácula bailando, o que me invite a su fiesta sin preguntarme nada ¡estoy furiosa! Fritz y Emra dicen que debo superarlo, fue en el pasado, no entiendo por qué lo dicen, a ellos no les ha pasado; bueno, como estoy enojada, no voy a escribir en cinco meses. 5 meses después Hola mundo. Está escribiendo este diario la nueva novia de Brandon, o sea, Kayla. En cuatro días será mi cumpleaños 16. 4 días después Cumplo 16, espero que mi tía me regale otro diario, estoy en el laboratorio del castillo, esperando a Drac para enseñarle sobre el siglo XXI, claro, porque él es del XVI. Adios, con amor. Kayla Rea

viernes, 23 de noviembre de 2012

Primer lugar en el Concurso de cuento corto del Consulado mexicano en Alemania. ¡Enhorabuena María C. Z.!

Hänsel y Gretel, el cuento favorito de Nichinel y su hermana Nichim. ¡Eran tan parecidos a ellos! Siempre iban juntos, él uno cuidaba de la otra y ella cuidaba a su hermano y así enfrentaban todo peligro, hasta la bruja más malvada, y siempre encontraban el camino a casa. Vivían en el tranquilo pueblo de Chilón, Chiapas, en una casita de teja y cemento, entre verdes montes a donde papá iba a cuidar la siembra todos los días. Aunque el padre de Hänsel y Gretel era leñador y una cabaña de madera en medio del bosque alemán era su hogar, ni a ellos ni a Nichinel ni a Nichim les sobraba el dinero, pero nunca les faltaba la esperanza. Mamá les contaba esa historia siempre, de los hermanos Grimm, que eran de un lugar muy lejano llamado ¿Alegría?, no, Alemania. Mamá sabía esa historia porque nació en ese lugar, fue a la escuela y luego viajó a México y se enamoró de ese lugar tan mágico como su hogar…decidió quedarse para siempre. Los campos de Alemania, contaba mamá, son de un verde brillante, amplias praderas decoradas con hermosas flores blancas acariciaban altas montañas. Nevaba en invierno y hermosos animales, grandes y pequeños, andaban libres por doquier. Mamá regresó a su patria hace meses, papá la extraña mucho y los niños también. -Mamá-le preguntó Nichim a su madre antes de despedirse-¿Me llevarás un día a Alemania para conocer a Gretel? Su madre con tristeza, porque iba a extrañar a su hija, contestó amable: “Alemania está muy lejos, hija. Pero yo sé que Gretel también te quiere conocer.” -¿La vas a traer contigo, mamá? Quiero que ella juegue conmigo- preguntó ilusionada Nichim, que quiere decir: “la flor”. Mamá no supo qué contestar. Una noche, papá salió con sus hijos. Iban al templo a rezar por mamá y agradecer por la vida. Nichim vestía sus enaguas de lana, su blusa blanca bordada con rombos multicolores e iba peinada con dos trenzas acabadas en listones rojos, tomó la mano de su hermano, tan apuesto con su pantalón de manta, su chaqueta de lana y su sombrero de palma decorado con cintas de colores; Nichinel, “el florecer”. A medio camino, papá se alejó mucho, iba con la demás gente del pueblo. Los dos hermanitos quedaron atrás, contemplando las brillantes estrellas que sonreían majestuosas en el cielo. “Como las piedras que guiaron a Hänsel y a Gretel a casa”, pensó Nichinel, y le dijo a su hermana: -No estamos perdidos, nunca lo estaremos. Así es, querido lector, el lazo de la hermandad, hay que cuidarlo siempre, nunca dejarlo romper. Pues ese lazo en la miseria y en la gloria vive siempre, un amigo, un hermano sí, vive siempre. Siempre encuentra una salida, siempre encuentra un final feliz.

Sin título

Sofía de Llano 07 de Agosto del 2012 Estiré mi cuerpo al sentir movimiento en la cama, levanté la cabeza y vi como mi humano comenzaba a levantarse de la cama. Con una sonrisa floja, acarició mi cabeza mientras yo movía mi cola suavemente de un lado a otro. Aprovechando el calor que mi humano había dejado en la cama, me moví rápidamente para que no se escapara. Poco a poco me fui metiendo dentro de las cobijas, dejado solamente mi nariz afuera. Escuché cómo ella movía telas y entonces supe que el rocío de aquel olor tan dulce y melancólico se acercaba. En cuanto salió, levanté mi nariz y aspiré con fuerza para meterlo todo en mi cuerpo, hasta que tuve que soltar por esa quemadura en mis pulmones que solo siento cuando mi humano me lleva a correr con otros de los míos. La seguí por toda la casa moviendo la cola para hacerle saber que estaba dispuesta a jugar y que hoy no se tenía que ir como todos los días lo hace. De repente se agachó, me miró a los ojos y me dijo "Kovalski pórtate bien". Sigo sin entender por qué me llama así. Desde que la conocí me dice Lizzy, es mas fácil saber que me habla si me dice así. Después de corretear ardillas por un rato, entré a la casa par esperar a mi oponente. Subí corriendo al cuarto de la ventana grande y me trepé a la cama de un salto, para tener mejor visión. De la nada, salió ese sonido que representa al hombre gordo que chifla y mete cosas a mi casa, fue entonces cuando corrí a la puerta y me puse en posición de ataque. Este día si lo tenía, solo tenía que abrir esa puerta... Comencé a ladrar para que me la abrieran y por fin terminar con mi rival, lo tenía todo planeado: brincarle encima, morderlo y gruñirle hasta que mojara sus pantalones. ¡Bum! Sentí como algo me golpeaba el torso. ¡Bum! ¡Bum! Otra vez. Paré de ladrar y vi cómo el periódico se levantaba para golpearme una vez más. Rápidamente lo esquivé y corrí hacia el jardín. Sería otro día, el de mi victoria. Me acosté en el pasto y observé a los pájaros comerse cosas raras que salían de las flores. Mi humano me da salchichas, yo no tengo que sacar nada de la tierra. Paré las orejas al escuchar su risa. En menos de cinco segundos ya estaba en la puerta ladrando de emoción y moviendo mi cuerpo sin control. ¡Sí! ¡Paseo, hora de paseo, hora de paseo! Entró y me saludó igual de emocionada que yo, a veces creo que no le gusta irse y sigo sin entender por qué lo hace todas. Mañana en la mañana moveré mas rápido la cola y tal vez de quede. Tal vez.