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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Verde

Amarilla pertenecía a la alta sociedad, sus padres, Enrique y María Antonieta la mantenían escondida de todo el pueblo debido a su inigualable belleza y delicadeza. En el mercado se escuchaban historias a cerca de esta niña, largos rizos dorados y ojos verdes como esmeraldas. Pero todos lo dejaban ahí, como chisme que era. Amarilla pasaba las horas leyendo antiguos filósofos, tocando el piano y escribiendo una que otra poesía. Soñaba, por las noches, sobre el mundo detrás de las rejas de su inmensa mansión. Esperaba a su príncipe, aquel valiente hombre que la sacaría de su miseria. Al cumplir los dieciocho años y darse cuenta de que dichoso príncipe jamás vendría por ella, decidió escaparse. Se escabulló dentro del cuarto de sus padres y buscó por todos los cajones, el tinte negro de cabello de su madre. Después de varios intentos, por fin consiguió esconder sus mechones dorados bajo una negra capa de cabello. Bajó a la cocina, escondiendo su cara con el mismo pelo y tomó prestado una de las gabardinas de sus sirvientas. Caminó por el sendero con paso apretado y la cabeza baja. Llegó a la caseta de los guardias y aclaró la garganta para señalar su llegada. "Pero, ¿Qué tenemos aquí?" dijo uno de ellos. "¿A caso eres nueva, pequeña ratita de coladera?" Amarilla asintió la cabeza furiosamente y logró pronunciar "Si, pero me han echado a la calle por mi torpeza" "Tal vez sirvas para algo mas" dijo el otro guardia con un tono oscuro entre sus palabras. Azul era el guardia más temido de todo el pueblo. Amarilla se encogió poco a poco sintiendo dentro de sus ser como algo la alarmaba. Después de un largo jaloneo, Azul logró meterla a su cabina. Se escucharon gritos u lloriqueos pero Azul no se detuvo. "¡Por favor, se lo ruego, se lo ruego!" Nueve meses después, Amarilla se encontraba tirada, temblando en posición fetal. Comenzó a sentir movimiento en su cuerpo y un dolor punzante en su vientre. Empezó a retorcerse y a gritar pidiendo ayuda, pero antes de que sus padres llegaran un pequeño engendro comenzó a salir de sus adentros. Se arrastró hasta estar completamente fuera. Amarilla se dio cuenta de que el color del bebé no era normal, era una combinación entre amarillo y azul. Fue entonces cuando notó la extraña coincidencia y decidió llamar a su hijo Verde.

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